Excursionista Adolescente Se Aventura En Zona Inexplorada, Siente Que Alguien La Está Mirando
Arrepentimiento
Ahora lo sabía con certeza: nunca debería haber emprendido aquella aventura. Nunca debería haber elegido el Sendero de la Cresta del Pacífico.
Su corazón galopaba mientras se oían pasos y susurros alrededor de su tienda. Miró su teléfono: no había cobertura en la zona. Mientras su mente daba vueltas, intentando pensar qué podía hacer, las voces eran cada vez más fuertes.
Tracy Ford
Tracy Ford tenía 18 años y acababa de terminar el instituto. Como muchos de sus compañeros, aún no estaba muy segura de lo que quería hacer con su vida.
Aunque Tracy destacaba en los estudios, sentía que había tantos caminos a su alcance que aún necesitaba tiempo para pensar en lo que quería de la vida y tomar una decisión. Sin embargo, había una cosa que sabía con certeza que era lo que más le gustaba.
Apasionada Del Senderismo
Tracy amaba el senderismo por encima de todas las cosas. Su perro Hans era su compañero más fiel y solía llevárselo a la mayoría de sus excursiones. Le encantaba la sensación de estar sola en la naturaleza, recorriendo rutas que quizá nadie había explorado en años.
Pero eso no era todo. Había algo más detrás de la fascinación de Tracy por el senderismo, y era algo que rara vez contaba a nadie.
Terapéutico
A lo largo de los años, el senderismo ayudó a la autoestima de Tracy de una forma que ninguna otra actividad o terapia había conseguido.
Después de completar una ruta especialmente difícil o inexplorada, siempre se sentía segura de sí misma y de su capacidad para enfrentarse a lo desconocido, lo salvaje y lo potencialmente peligroso. No sabía que estaba a punto de vivir el episodio más espeluznante de su vida.
Una Aventura
Tracy decidió que se tomaría un año libre antes de elegir entre empezar a trabajar o entrar en la universidad. También pensó que lo mejor para ayudarla en su decisión era hacer una larga y ardua excursión.
Era la mejor oportunidad para tener tiempo para reflexionar por sí misma sobre sus preferencias, gustos y aspiraciones más profundas. También la haría sentirse más segura de sí misma. Sin embargo, había un problema.
¿Qué Ruta?
¿Qué ruta de senderismo elegir? ¡Había tantas! Pero esta vez quería algo que la pusiera realmente a prueba, algo que la obligara a sacar el máximo partido de su fuerza de voluntad y sus habilidades y a esforzarse al máximo.
Después de investigar durante unos días, encontró el escenario perfecto para su búsqueda: el Sendero de la Cresta del Pacífico. Sin embargo, ésta resultaría ser una elección de la que se arrepentiría para siempre.
Peligroso
Cuando Tracy comunicó su decisión a su familia, saltaron las alarmas de todos. Como ya sabrás, el Sendero de la Cresta del Pacífico es un recorrido de 2.650 millas que va de México a Canadá. Incluye parajes peligrosos a decenas de kilómetros de cualquier señal de civilización y está lleno de animales salvajes.
Si algo le ocurría a Tracy, se encontraría sola. Era una aventura que podía volverse peligrosa muy rápidamente. Sus padres intentaron disuadirla, pero ella ya lo había decidido.
Puso En Marcha Su Plan
Dos semanas después de graduarse en el instituto, Tracy se puso a investigar para su aventura, se hizo con un mapa detallado de la zona, hizo las maletas y ella y Hans subieron a un autobús que los llevaría a la frontera con México, al comienzo del Sendero de la Cresta del Pacífico.
El plan de Tracy era recorrer todo el Sendero: caminaría todo lo que su cuerpo le permitiera, se detendría a comer algo, seguiría caminando, instalaría su tienda y dormiría con su perro en algún lugar. No sabía que las cosas estaban a punto de ponerse feas.
Todo Parecía Ir Bien
Al principio, parecía que el viaje de Tracy transcurriría sin mayores complicaciones. Durante unas dos semanas, siguió caminando y disfrutando de las hermosas vistas.
Un día pisó una serpiente de cascabel y en otra ocasión sufrió una leve fatiga debida a la deshidratación, pero eso fue todo. Tracy estaba sorprendida de lo fácil y agradable que había sido la excursión hasta entonces. Sin embargo, eso no duraría.
Bosque De Lassen
Al cabo de un rato, llegó al Bosque Nacional de Lassen. Después de leer sobre él, se sintió un poco intimidada: era una gran zona poblada por árboles impresionantemente altos y muy pegados entre sí.
Si un excursionista inexperto se adentraba en el bosque sin el debido sentido de la orientación, sería fácil que se perdiera en él. Pero Tracy sabía dónde se metía, y nunca se perdonaría que le hubiera faltado valor para continuar. Tal vez ése fue su error.
Vio Algo
Tracy y Hans caminaron unos kilómetros por un sendero de tierra flanqueado por compactas y densas masas de árboles que se elevaban hacia el cielo. No podían ver nada más allá de los árboles: lo único que Tracy podía hacer era seguir el camino y confiar en su mapa y su brújula.
La muchacha no esperaba encontrar a nadie en aquella zona. Era junio, y no muchos excursionistas se aventuraban por el bosque hasta julio y agosto. Pero, de repente, su perro empezó a ladrar. Se dio la vuelta para ver de qué se trataba y lo que vio le produjo un escalofrío.
Hombres Extraños
Según contó más tarde, había dos hombres de aspecto extraño acuclillados entre los arbustos, a unos metros del camino, mirándola fijamente. Iban vestidos con lo que parecían túnicas blancas raídas y llevaban barbas largas y descuidadas.
Se sorprendió al verlos, pero pensó que no era asunto suyo lo que aquella gente hacía allí. Los ignoró y siguió caminando, acelerando el paso. Al cabo de un rato, llegó la noche y Tracy y Hans acamparon en un prado. Y fue entonces cuando empezaron los problemas.
Se Despertó
Eran las tres de la madrugada cuando Tracy despertó de su sueño. La oscuridad dentro de la tienda era tan densa que apenas había diferencia entre tener los ojos abiertos o cerrados.
Pero de inmediato, algo golpeó violentamente sus sentidos. Como un aviso del desastre, notó algo en el aire que sólo podía significar una cosa: las cosas no iban bien.
Un Olor Horrible
Era un olor nauseabundo y pútrido, tan fuerte y penetrante que sintió como si mil agujas le subieran por las fosas nasales hasta el cerebro. Olía a carne en descomposición o a basura dejada al sol durante días.
¿Qué podía ser? Sacó las manos del saco de dormir y palpó a su alrededor, buscando a su perro. Fue entonces cuando se dio cuenta de algo que hizo que se le cayera el corazón a los pies.
Hans No Estaba
Hans no estaba por ninguna parte. Al instante, el corazón de Tracy empezó a galopar. Nunca le había ocurrido nada parecido. Normalmente, cuando salían de excursión, su perro permanecía a su lado durante todo el trayecto. Algo iba muy mal.
Fue entonces cuando empezó a oírlo. Empezaron a oírse pasos alrededor de la tienda. Parecían humanos. Y eso no era todo. Lo que oyó a continuación la hizo arrepentirse de haber entrado en aquel bosque.
Voces
Oyó lo que parecían susurros humanos, en un idioma incomprensible. Estaban a su alrededor. Cada vez estaban más cerca.
Rápidamente, cogió su teléfono, salió de la tienda y echó a correr, con el corazón galopándole en el pecho y gritando todo lo fuerte que le permitían sus pulmones. Pero en medio de su desesperación, se dio cuenta de algo.
Podían Oírla
Si seguía gritando, los únicos que probablemente la oirían serían los hombres que habían rodeado la tienda. Probablemente no había nadie más que ella acampando en medio del bosque a esas horas de la noche.
No había nadie que pudiera salvarla de los hombres que habían salido de entre la oscuridad, que ahora la perseguían. Tracy podía oírlos gritar y chillar. Y eso no era todo.
Cada Vez Más Cerca
El repugnante olor era cada vez más intenso, como si anunciara la marcha imparable de los hombres que la acosaban, a los que Tracy oía pisar fuerte detrás de ella, aullando y chillando con alaridos bestiales.
Con el corazón en la boca, Tracy siguió corriendo entre los arbustos, recordándose constantemente a sí misma que debía permanecer callada si quería vivir.
Siguió Corriendo
Finalmente, el olor y las voces se desvanecieron, pero Tracy siguió corriendo y corriendo. Estuvo atrincherada en el bosque durante horas, marchando tan rápido como su cuerpo se lo permitía.
Salió el sol y ella siguió caminando, agotada, mientras intentaba encontrar la salida del bosque, rezando por no volver a encontrarse con la gente del bosque.
Rescatada
Tracy tardó doce horas en llegar al pueblo más cercano. Eran las 8 de la mañana cuando uno de los lugareños la vio arrastrando los pies por la carretera, a punto de desmayarse.
Estaba casi deshidratada y había sufrido varios arañazos mientras corría por el bosque. El hombre la llevó al hospital más cercano y llamó a la policía. Tracy no pudo hablar durante unas horas, pero luego les contó su historia.
Exploration
After she told them all about the feral men who had chased her out of the woods and, presumably, kidnapped Hans, an exploration patrol was sent to the area.
Tracy stayed for a few days in one of the local’s houses. She called her family; once they heard about what had happened, they took the first plane to Los Angeles and drove all the way to the town where Tracy was staying. For the whole trip, they were worried out of their minds, praying that Tracy would be okay.
Tears In Their Eyes
As Tracy’s parents walked through the door of the room where their daughter was staying, and they saw her lying on the bed, they couldn’t hold back their tears.
They ran towards her, and the three of them embraced in a heartfelt hug. Just a few minutes later, someone knocked on the door. It was the town’s sheriff. He came with some fateful news.
No Trace
No trace of Tracy’s possessions or dog had been found in the forest after days of scouting. There were no signs of the presence of any feral man either.
Or at least, that’s what the sheriff said. The case was dismissed as Tracy having an anxiety attack, and no further investigations were conducted. However, to this day, Tracy swears that she was hounded by feral men; and hers hasn’t been the first story of this type.
Feral People
For dozens of years, there have been plenty of rumors about feral people living in some of America’s National Parks. Although some people choose not to believe the stories and the authorities have remained largely silent about the issue, there are reasons to think that there might be some truth to them.
The first story of this type took place in the Smoky Mountains on the 6th of June of 1969. This is how it happened:
Dennis Martin
Dennis Martin was spending Father’s Day camping in Spence Field, near the Appalachian Trail, in the middle of the Smoky Mountains National Park. The hiking trip was a family tradition for the Martins.
That day, Martin was with his father William, his grandfather Clyde, and his older brother. They came across another family with two kids the same age as Martin. And that’s when the fateful events took place.
He Vanished
The kids schemed a prank to pull on the grown-ups; they planned to hide among the bushes and surprise them when they least expected it. However, the adults were aware of what the kids were up to.
They played along and turned their backs as the kids ran away to hide behind trees and bushes. Martin also ran away; but he would be the only one to never come back.
The Authorities Step In
After a few minutes, the other kids emerged from the bushes, yelling at their older relatives as they pretended to be shocked. But Dennis didn’t come out. The two families started looking for him. They roamed around the Park for hours and hours, calling his name.
That was the last time anyone saw Dennis. After the alarmed family called the authorities, the National Guard and the Special Forces deployed more than 1,400 searchers, including 71 Green Berets, across a 56-square-mile area. Still, the boy was never found.
The Official Version
The authorities labeled this incident as just another one of the tragic disappearances that sometimes occur in Natural Parks. However, to this day, Dennis’ family believes that the official version is just a cover-up for something way more unnerving.
The family encountered by the Martins reported that, during their search, they had heard a scream and seen a figure running through the woods. At first, they thought it could be a bear. But then they took a closer look.
A Wild Man
It was a disheveled man wearing just a loincloth, running among the bushes, growling and hollering in a beast-like manner. He seemed like he was trying to avoid them.
As the family reported, the thing that impacted them the most was the smell that the man seemed to emit. They described it as being horridly fetid and remindful of spoiled meat. Could that be one of the authors of Martin’s disappearance?
More Reports
To this day, many believe that Martin was hunted by a group of feral people who live in the Smoky Mountains. Allegedly, the government would know about it, and Green Berets would have been deployed to combat the wild men.
Many people who live near the Mountains swear that they often hear yelling deep in the forest; they also report seeing rudimentary dugouts built at some spots in the Park, imbued with a reeking, seemingly unexplainable smell of rotten meat.
In order to protect the privacy of those depicted, some names, locations, and identifying characteristics have been changed and are products of the author’s imagination. Any resemblances to actual events or places or persons, living or dead are entirely coincidental.